La importancia de incluir un desodorante sólido y natural en la rutina de cuidado corporal
Esta alternativa ecológica se encarga de neutralizar el olor en lugar de impedir que el cuerpo transpire de forma natural.
Puede que la simple idea de cambiar tu desodorante convencional por una alternativa natural, libre de los ingredientes activos que mantienen la transpiración a raya, te provoque precisamente lo que no quieres: sudar. Sin embargo, la transpiración es una función totalmente natural del cuerpo humano, ya que así es como se regula la temperatura corporal.
Sudamos con las altas temperaturas o cuando practicamos deporte porque nuestro cuerpo contrarresta este exceso de calor evaporando agua por las glándulas de la piel con el objetivo de restaurar el equilibrio de su temperatura.
También sudamos para eliminar toxinas. Este compuesto líquido secretado por las glándulas sudoríparas está formado por agua, sal, minerales, sustancias orgánicas, lactato y urea. Por lo general, el sudor corporal es inodoro. Sin embargo, cuando se produce en las axilas, las glándulas sudoríparas también secretan una serie de proteínas y ácidos grasos que fermentan al entrar en contacto con las bacterias que, de forma natural, están presentes en la piel, generándose un olor que puede resultar desagradable.
Para evitar esto, en nuestra rutina de higiene y cuidado corporal nunca falta un desodorante en formato roll-on, barra o spray. Los desodorantes convencionales basan sus fórmulas en un ingrediente activo principal: las sales de aluminio. Este componente se encarga de inhibir la transpiración. Es decir, impide que el cuerpo realice con normalidad una función que es totalmente natural, con el objetivo de mantener una sensación de limpieza y frescor en la zona de las axilas durante el mayor tiempo posible. Por tanto, más que desodorantes deberíamos referirnos a ellos como antitranspirantes.
¿Cuál es la principal diferencia entre un desodorante convencional y un desodorante natural?
La principal diferencia entre los desodorantes convencionales y sus alternativas naturales es que estos últimos se fabrican prescindiendo de las sales de aluminio, están diseñados para mantener un olor fresco durante horas sin contar con fragancias sintéticas añadidas ni alcohol en su composición y se formulan a partir de ingredientes naturales que no impiden a las glándulas sudoríparas realizar su función biológica. Es decir, no bloquean los poros de la piel para evitar que el cuerpo sude, sino que neutralizan las bacterias que causan el olor corporal.
¿Qué beneficios aporta el desodorante natural a la rutina de higiene corporal?
Además de ser tan fáciles de utilizar como los desodorantes convencionales y de respetar la transpiración natural del cuerpo humano, los desodorantes naturales en formato sólido tienen muchas otras ventajas. En primer lugar, este formato dura mucho más que un antitranspirante convencional.
Los desodorantes naturales en formato sólido son, además, muy fáciles de transportar a la hora de viajar, ya que se prescinde de cualquier tipo de embalaje que pueda no ser apto para subirse a un avión, eliminándose también, de esta forma, los residuos derivados de su consumo. Gracias a sus propiedades antibacterianas, los desodorantes sólidos se autoconservan, por lo que solo necesitamos contar con un recipiente - como un plato pequeño, por ejemplo - para depositarlo cuando no lo estemos utilizando.
¿Qué hay que tener en cuenta a la hora de elegir un desodorante natural?
Al igual que en el caso de los desodorantes convencionales, la búsqueda del desodorante natural que mejor se adapte a nuestra rutina y a nuestro estilo de vida conlleva una fase de prueba y error. Algunos desodorantes naturales emplean bicarbonato de sodio para absorber el sudor corporal y este componente, si se aplica frecuentemente, puede ser irritante para las pieles más sensibles. Por tanto, lo primero que hay que estudiar atentamente es su composición.
Por suerte, a día de hoy, los desodorantes naturales basan sus fórmulas en multitud de ingredientes orgánicos con propiedades nutritivas y antibacterianas - como la manteca de karité, los aceites esenciales, el carbón, la sal de roca cristalizada, el sándalo o la salvia - y pueden encontrarse también en diferentes formatos como la pastilla sólida o barra, el gel o la crema.